50 grandes álbumes colombianos del siglo XXI

Desde el pop y el rock gitano, hasta el death metal y la rasqa, pasando por el rap y la salsa; este es un repaso caprichoso y cronológico por algunos discos nacionales que vale la pena recordar [Opinión].

Por  RICARDO DURÁN

Durante las últimas dos décadas la música de nuestra región ha estado sometida al dominio de los sonidos urbanos, por eso es necesario detenernos un momento para fijarnos en muchas grandes obras que, sin tener necesariamente un éxito mediático arrollador, se han metido en la cabeza y el corazón de miles de personas.

Esta selección se presenta en orden cronológico y no pretende ser un ranking de nada, pero cae en la tirana antipatía de todos los listados, en el capricho, el azar y las fallas de la memoria. Sin embargo, está repleto de grandes canciones y mejores intenciones. Hay aquí un criterio absolutamente personal que incluye solo un trabajo de cada artista o agrupación, para no hacerlo eterno. Seguramente queda mucha gente por fuera, el tiempo confirmará mi error, y la mayoría quedará inconforme. Para eso estamos.

Teniendo en cuenta que va desde Providencia hasta Pasto, pasando por Piedecuesta, los Llanos Orientales y Buenaventura, ignorando las barreras de los géneros, esta lista podría ser muchísimo más extensa. A lo largo y ancho de Colombia hay mucha gente que se rompe el alma y la cabeza para para dar forma a una visión musical profunda, gente que quiere contar buenas historias con canciones que realmente merecen un lugar en el futuro. Gente que se juega la vida en las tarimas porque allí está su lugar, más que en los reels de Instagram, las “tiraeras” virales, las alfombras rojas o los videos de TikTok.

Algunos de estos discos fueron éxitos enormes, otros no tuvieron mucha suerte. Varios son versiones revisadas y mejoradas de grabaciones previas, pero no son simples ejercicios de nostalgia, sino que muestran -gracias a nuevos recursos técnicos y humanos, y a mayores presupuestos- todo el potencial que había en sus composiciones.

Porque no todo está perdido, y porque hay vida más allá del reggaetón, acá hay muchas evidencias de un patrimonio sonoro valiosísimo, testimonios que valdrá la pena repasar una y otra vez, para ver de dónde venimos, y pensar mejor hacia dónde queremos ir.

Luis F Alvarez